Caminas tranquilamente o incluso
llevas prisa en tu recorrido en algún punto de la Ciudad de México, mientras
observas el panorama del sitio, checas tu celular, vas distraído cuando de
pronto frente a ti aparece un chico, una chica o un grupo de adolescentes ofreciéndote
el producto que venden: pequeños panques o cupcakes.
Te prometen satisfacción al
paladar con una sonrisa y una serie de palabras articuladas rápidamente que
apenas digieres. Algunos argumentan que con el producto que comprarás se
ayudaran económicamente en su formación académica o están pasando por una situación
desfavorable que los obliga a hacer esto.
Te aseguran que sus panques
contienen avena, ingredientes selectos, la mejor preparación, en fin, un sin número
de cosas acompañadas con sonrisas y suplicas. Lamento decirles que están siendo
manipulados no solo por un pequeño grupo de adolescentes, sino una “empresa” más
grande de lo que te imaginas.
Buscaba trabajo tiempo atrás, un
chico me ofreció un empleo de promotor de ventas. Tendría un sueldo fijo de
$2,500.00MXN a la semana, horarios flexibles a mi comodidad, no había problema
por mi edad, entre otras promesas parecía el trabajo perfecto. Tuve que ir a
unas oficinas ubicadas en la colonia “La Condesa”, imagínense cuánto dinero
manejan para tener oficinas ahí. Entregue
mi solicitud de empleo, me hicieron una entrevista común y me “contrataron”
enseguida.
Lo que me fue extraño es que me
confirmaban que hasta los mejores puestos eran manejados por adolescentes de
16, 17, 18 años. Hasta aquí parecía que no hay adultos mayores. Te sorprendes.
Bueno, lo que iba a hacer seria entonces promotor de ventas, tenía que vender
fruta. Parece que no tiene nada que ver con panques, ¿verdad?, pues si tiene
que ver. Me llevaron a las bodegas donde estaba la mercancía y me explicaron lo
que debía hacer.
Dar recorridos en ciertos puntos
del DF (ahora CDMX) vendiendo vasos de fruta en canastillas a $25.00MXN (si te
llegaron a vender y te pedían $50.00MXN o $100.00MXN era para su beneficio) con
un grupo de chicos más. La cantidad de chicos que vi reunidos, fácil eran unos
70, tomando un número mínimo, todos con el mismo trabajo que yo. Me dijeron que
podía vender donde mejor me conviniera. Ya dándome una explicación resumida de
mi actual trabajo me dejaron marchar. Tenía que estar en oficinas la mañana
siguiente entre 6:30 a.m. y 7:00 a.m. Me percate que había un grupo de adultos
manejando el producto que vendían los adolescentes.
A la mañana siguiente llegando
empiezan a darte clases de cómo vender, una especie de marketing barato. No hay
sillas, no hay mesas, debes sentarte en el suelo. Después dan un tipo de junta
laboral para animarte. Después me quitaron $10.00MXN por llevar mochila,
sabiendo que después de este lugar partía a mi escuela. Terminando la junta a
todos nos llevaban a las bodegas de fruta. No pude vender en donde yo quería ya
que a cada grupo les asignan un lugar específico: Central de Autobuses Norte,
Metro taxqueña, Metro Pantitlán, Metro Revolución, CU, demasiados sitios.
No pude retirarme a la hora que tenía
que irme porque debía vender la mitad de vasos que me asignaron
obligatoriamente para pagar lo que demandaba mi “gerente”, la otra mitad debía venderla
para recibir mi pago, mientras no. El día posterior me asignaron a producción además
de vender el producto. Era una estancia de trabajo pequeña y con tantos dentro,
parecíamos sardinas. Mesas largas para cortar la fruta para posteriormente
envasarla. No se lavaban, no se desinfectaban. Si de los estantes en los que se
acomodaban los vasos, algunos o una cantidad importante se caía, así recogían
la fruta y la volvían a envasar. Si, si llegaste a comprarles, te comías tu
fruta con chamoy y chile tajín con jugo de frutas embarrado de zapatos y la porquería
del piso.
Decidí retirarme a causa de que
te convencen de que vender con engaños está bien, me iban a pagar después de
una semana o dos, no cuentan con prestaciones, seguro médico, horario de trabajo fijo, descanso, etcétera.
Poco después caminando por el monumento a la revolución un chico me detuvo para
ofrecerme cupcakes, me di cuenta que actuaba y se comportaba como los que
trabajaban conmigo, me di cuenta que era otra empresita así o creí que era
otra.
Le quise comprar uno, obviamente
no me quería dar el precio porque costaba $30.00MXN un pequeño y ya derretido
panque. No accedí a comprárselo así que de ser amable, fue grosero. Poco después
vi unos tipos que trabajaban igual conmigo, solo que ya no vendían fruta sino
panques. Solo cambiaron la mercancía que venden.
Solo cuento mi experiencia porque
se me hizo injusto este campo laboral, quizá para mi estuvo mal, para otros fui
un tonto por dejar ese “maravilloso” trabajo con ellos. Creo que se engañan al
sentir que ellos manejan su “empresa”, porque es obvio que los adultos mayores manejan
el negocio. También es injusto para el cliente, principalmente el producto que
vendes debe tener higiene, no solo por negocio, sino por ética personal.
También se debe ser honesto con
mencionar los ingredientes de tu producto y el precio que le das, las razones
de porque lo vendes. Se gana más a futuro vendiendo un producto con su precio
justo, higiene que le corresponde, con amabilidad, que obligándote a comprar un
producto con un precio que se ve que no lo vale o siendo grosero con el cliente
por no querer adquirir lo que le ofreces. No les pienso comprar.